La Prensa (San Antonio, Tex.), Vol. 8, No. 2144, Ed. 1 Sunday, February 20, 1921 Page: 10 of 12
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IVISJONARIO DELA NUEVA ESPAÑA f
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(Del libro de este título
próximo a aparecer).
DILUCIDACIONES
We make ourselves a place apart
behind light words that tease and
flout.
ROBERT FROST.—Revelation.
Uno hace cuentos. Gusta de evo-
car las cosas de antaño y de encon-
trarles sutiles relaciones con las de
ahora. Como su estatura sus escri-
tos son breves_ y encierra en ellos
cual en pequeños vasos preciosos la
esencia de su espíritu que ama las
delicadezas los matices las alusio-
hes vtdadas y lejanas los labrados
de- los viejos muebles evocadores las
telas chafadas por la tradición las
portadas en que se amontona el ar-
te bárbaro en hojarascas indescifra-
bles. Su ideal seria escribir una no-
vela sobre el breve tema de una mi-
niatura del siglo XVII o del pañuelo
de encajes de una virreina.
Otro tiene la inquietud de los en-
sayos. Su conversación sus lecturas
su persona misma son otros tantos
ensayos. Espíritu selecto y exquisi-
to. ama las cosas elefantes. las fra-
ses perfectas los libros esenciales.
Todo él es como un frasco que en-
cierra los más suaves y delicados
perfumes de la vida y el arte.
El otro se conmueve líricamente
ante los más variados aspectos de las
cosas y tiene el ánima alerta a todos
los rumbos como la rosa de los vien-
tos. Emocionalmente es perfecto
porque es íntegramente admirativo.
Lo mismo se consume en el estudio
del prerrafaelismo como Holman-
·· Hunt que se deleita con las jogUr
rías mexicanas o encuéntrasele en
éxtasis de arquitectura en un rincón
musgoso de la vieja calle de San Mi-
guel.
Por la tarde a la hora en que los
crepúsculos ensayan sonatas de
Babst en las lindes de la ciudad apa-
recía el té en la mesilla de mármol
- y entre taza y taza hablábamos de
todos esos temas que durante las ho-
ras de las faenas obligatorias se re-
servan para los momentos en que el
" espíritu en un ambiente mejor bus-
ca encontrar eco simpatía y reso
nancia en nuestros amigos más se-
- majantes. A veces el tema es lo
de menos; pero las ideas van mode-
lándose. las sugestiones brotan como
las estrellas en un cielo profundo y
el alma va deshaciéndose una a una.
de las ropas pesadas que el mundo le
pusiera hora antes hasta quedar des
nuda y radiante. Salíamos des-
pués a recorrer la ciudad huyendo
la vida moderna para refugiarnos en
los sitios más lejanos o en los luga-
. res más inadvertidos y asi. en tar
• des de sol y en tardes sombrías en*
3 trámonos por el barrio desolado o a-
legre que en México encuéntrase a
cada paso; visitamos las capillas po-
bres en donde hay nazarenos sucios
vestidos de terciopelo y de moscas;
detuvimonos cien veces ante las por*
tadas antiguas y cien veces recorri-
mos sus primores minuciosos; apren-
- dimonos de memoria las oraciones en
latín embutidas en los nichos he-
_ rrumbrosos; subimos a los campana-
rios y en más de una ocasión encon-
tramos todavía al volver una esqui-
na o en la banca de un jardín soli-
tario. a un hombre del siglo XVI.
En suma captamos una nueva pa-
sión. aprendimos a amar esta vieja
ciudad de México y penetradas ya las
mentes y el corazón de sus virtudes
niara vi IlUStKS H51IUV» UC Wiimu *.4»
da rincón en cada muro en donde una
- piedra de tezontle asoma por entre el
encalado en cada nicho polvoriento
con un santo sin jndentificación. en
cada patio en donde hay una fuente
barroca y niños miserables con pe-
rros hirsutos que se persiguen entre
los tenderos: en cada mendigo que in-
voca a los patriarcas con los brazos
en cruz en las puertas de los atrios;
en cada romancero medioeval de los
que se encuentran todavía por el
Puente de Roldan y en las inmedia-
ciones del Volador; en cada resto de
epigrafía mural que las gentes ya no
ven hace dos siglos; en cada vieja de
las que venden estampas y reliquias
en las mesillas de las iglesias; en ca-
da reja verduzca de las que han res-
petado los iconoclastas partidarios de
his balaustradas de cantería; en cada
portón nobiliario profanado Dor los
mercachifles del cordobán· Vimos a
los artesanos que fabrican odres tra-
. bajar como lo hacían sus ancestros
del diecisiete; una noche transmuta-
mos la farsa italiana en comedia co-
lonial y vimos cómo el vejestorio de
Pierrot se agazapaba entre unas to-
rres para ver mejor la luna escondi-
da entre los cristales de una linterni-
11a de azulejos; fuimos a Tlatelolco a
ver como iluminaba el sol poniente el
viejo muro donde hay un águila de
dos cabezas y diez capas de musgo:
sorprendimos la tapia de San Miguel
desde la Plaza del Arbol y ocultárno-
sos más de una vez entre las rejas de
los altares y en las criptas abando-
nadas.
Encontramos con que la tradición
de México casi siempre libresca y
fantasmagórica es realmente bella v
profundamente humana y que la ciu-
dad encierra integramente el alma
de los siglos a la cual sólo se puede
llegar por el entusiasmo y la comoren-
3ión para aspirar cabalmente la'esen-
c'a que se oculta en sus sitios recóndi-
tos y darla convertida en expresión
artística con la clara visión de los
verdaderos elementos que se escapan
» los ojos que no saben ver el mis-
terio de lo maravilloso.
Una tarde subimos a las torres de
la catedral
LA CIUDAD COLONIAL
Mi espíritu se reconcentró
mis sentidos estaban de ta! mo-
do encantados por aquellos so-
nidos que nunca pude explicar-
me cómo había subido a tal al-
tara. Me figuraba que hacia
mis de un siglo que encontrába-
me arriba: tanto estuve sumer
gido en mi sueño-
L Uhland.
Desde las torres de la Catedral la
ciudad de México es una basta llanu
ra gris cortada en todas dirección»
por las ; ideas rectas o sinuosas d<
sus calles. Sus lejanos límites cas
no se distinguen a la imple vista y las
últimas casas se confunden a veces
en el término del horizonte. Por la
tarde a la hora del crepúsculo cuan·
do la luí del sol se prende solamente
en las partes altas de los edificios J
las calles comienzan a perder sus con
tornos entre las sombras que llegan
j Mexico es todavía la vieja ciudad co-
j lonial de hace algunos siglos. Piér-
i dense desde allá arriba las particula-
ridades de la vida moderna; desapa-
1 recen los detalles que las nuevas ci-
vilizaciones han marcado y sólo se dis-
tinguen. como en lienzos borrosos los
conjuntos grises de las construccio-
nes y las manchas verdes de las arbo-
ledas. Pero contra la luz en fuga de
la tarde destácase neto inconfundible
todo lo que resalta entre el caserío
todo lo que se eleva entre los techos
¡ y las líneas de las construcciones.
■ Y he aquí por todas partes las to-
rres las antiguas torres ds las igle-
sias. de tas conventos de las capillas
y de las ermitas; las altas torres de
dos cuerros. delgadas y eminentes
acribilladas por las luces que atra-
viesan sus ventanales; las torres ba-
jas. como un cubo de piedra que al-
bergan una sola campana; las torres
! de remates piramidales con sus cru-
: ees de hierro; las torres redondas con
¡ sus cruces de piedra; torres frises en-
netrrecidas por las lluvias y los siglos;
o blancas blancas y resplandecientes
áel sol. vecinas de los barrios humil-
des de las gentes sencillas cíe los
cristos milagreros y de las abejas que
melifican en las rinconadas; unas
con recias campanas de pátina verde;
otras con esquilones que voltean en
los gruesos maderos pintados de vi-
vos colores y con campanitas que no
cesan de llamar agitadas cor la cuer-
da que las beatas tiran de?de la sa-
cristía; torres brillantes con caperu-
zas do azulejos; torres de mayólicas
j multicolores y rejas de hierro como
! miradores árabes; torres en cuyos
nichos se albergan polvorosos santos
¡de terracota; o abandonadas ahora
i habitáculo de murciélagos; o alegres
! adornadas con flores de papel y guir-
naldas de encino.
j ¡Y cúpulas! La cúpula de la Santi-
| sima que parece una compotera; la
i cúpula de la Soledad maciza y grave
i con sus medallones blancos sobre la
piedra negruzca; la cúpula d;l Señor
i de Santa Teresa eminente y esbelta
• ct>n su linternilla como un tibor de la
China; la de Loreto que es un cara-
; col que avanza los dos cuernos agu*
¡ dos de sus torrecillas; la de Santa
Inés que siempre lleva su traje de
; fiesta con galones anaranjados y a-
zules; la de la Enseñanza birrete ds
1 doctor teologal; la de la Encarnación
que reza al cielo oraciones en esmal-
te blanco: la de Santa Catarina an-
cha y aplanada con su orla de venta-
nas; cúpulas bajas y poligonales; cú-
pulas con cinturor\es de pilastras; cú-
pulas ovoides; domos vastos hechos
para albergar allá abajo en los ci-
preses de las iglesias las suntuosida-
des de la liturgia; para que resue-
ne en sus paredes cóncavas el trueno
de los órganos; o pardos y sencillos
acogedores de las voces d3 los niños
en las tardes blancas del mes de Ma-
ría y del lucero de las palomas del va-
lle mexicano en las mañanas caluro-
sas de julio.
ror todas partes ia mirada encuen-
tra en las slaientes de. las construccio-
nes la visión de la ciudad colonial.
Ahora son los remates que se elevan
sobre las fachadas de las casas de
los antigües colegios de lo templos;
aquellos son los de las casas del con-
quistador; estos otros los del real pa-
lacio; ahi están todavía los que re-
matan el Seminario de San Ildefonso;
por allá se distinguen aún los de la
! casa del conde del Valle de Orizaba;
¡ ved cómo se destacan cual chinescas
! torrecillas de kaolin aquellos del pa-
j lacio de ios azulejos· Y todos de pie-
i dra blancos grises negros; remates
: que figuran birretes de la vieja uni-
jversidad; toscos remates franciscanos
! hechos para coronar fortalezas y sos-
tener arcabuces defensores de la fe;
estípites barrocos con ornamentacio-
nes pomposas; almenas piramidales;
remates bárbaros labrados por recios
artesanos; remates de bola de lla-
mas de hojas de pebeteros de fru-
tas
Allá abajo la ciudad ha oerdido sus
contornos; las gsntes son sombras qae
se deslizan con apresuramiento; suena
el ángelus; sube de las calles un sor-
do rumor de cosas que hablan y de co-
sas que ruedan; apenas en la serra
nía occidental hay una fulguración
violeta que va ahogándose; las torres
las cúpulas las almena's se dibujan
contra el cielo como siluetas en una
pantalla. A estas horas y desde la
torre opuesta don Francisco Cenan
tes Salazar debe de contemplar la ciu-
dad su vieja ciudad- Por allá abaic
pasa la sombra del señor don Cario?
de Sigüeza y Góngora camino de su
casa en la vecina calle del Hospital
del Amor de Dios. Junto al Palacio
hay gente armada; quizás son los ala-
barderos que montan la guardia. Aho-
ra mismo allí enfrente ei Cabildo dis-
cute una merced de agua que le ha
solicitado Antón Gallo alarife — .
De pronto como si se hubiese al-
zado un telón diez mil lámparas eléc-
tricas se encienden en toda la ciudad.
Genaro ESTRADA-
C Η ASCA KÍULLOS
lir.tr>» Uos amigos:
—¿Estás muí con Andrés?
—Sf.
— Por qué?
—-Porque fué novio de mi m-'jer.
—¿Y qué?
—Que n e carpa que haya sido "más
listo'" que yo.
Γη pobre pide una limosna a un
sujeto; t .
—¡Una limosna por Dios caballero
que todavía no me he desayunado!
—Ahí tiene usted un perro grande.
Cómprese usted un pstnecillo y a mi
salud "se lo bebe*' usted.
—íEs cierto que Jos hombres casa-
dos duran más tiempo que Ids solte-
ros ?—pregunta uno.
—Xo lo creas. Lo _ que hay es que
la vida ' les parece más larga".
i3S2S25ES2S2SHS2S2SZS2S252S252SH52S2SaS252SH52S25asaSSSH525H5H5?SHSaSZc
EL CALAMBRE j
! i &525252M5E5252SZS2SHS25SH525ESHÍ
(j Personajes: Lea de Tency hermo-
ι sa criatura de dieciocho años; Mme.
[ i Tency; Raul Gesier joven de treinta
! y dos inmensamente rico.
La escena pasa en la playa de Diep-
pe. a la hora del baño. Lea de Tency
sale de su caseta envuelta en un ro-
pón de lana de una blancura inmacu-
lada. Su madre y su doncella la acom-
pañan. Movimiento de* sensación. El
mar está tranquilo como un lapo.
Lea queda en traje de baño y quin-
ce aparatos fotográficos reproducen
su imagen.
La joven se arroja al agua y se po-
ne a nadar precipitadamente. Mar
odentro nota que la sigue a corta dis-
tancia Raui Gesier. Lea vuelve el
rostro y los ojos de los dos nadado-
res se encuentran.
Gesier.—¿Me permite usted nadar
un rato a su lado?
Lea.—La mar es libre caballero.
Gesier.—¿Le fatigar'a " u usted la
charla?
Lea.—Según y conforme.
Gesier.—Xada usted · perfectamente.
Lea.—Me sostengo bien en el agua.
Gesier.—Como una sirena.
Lea.—Tampoco nada usted mal.
Gesier.—¿Sabe usted por qué la he
seguido con tanta osadía?
Lea.—Porque es usted un hombre
mal educado.
Gesier.—Algo hay de eso. Pero la
verdadera razón consiste en que soy
muy tímido.
Lea Nunca lo hubiera cre'do.
Gesier.—¿Me conoce usted acaso?
Lea.—Sé quién es usted.
Gesier.—¿No ha notado usted que
estos últimos d'as la miraba yo con
ί gran insistencia?
Lea.—Todo el mundo me mira sin
I que fije yo la atención on ello. Pero
! las miradas de usted no me han pa-
j sado inadvertidas.
uegier.—¿ pur qui. ιαιυιι.
Lea.—Porque no me mira usted co-
: mo It demás gente.
' Gcsier.—He procurado siempre en-
I contraria a usted en mi camino
j Lea (riendo)—¿por qué n0 se ha
¡ hecho usted presentar a mi madre?
! Gesier—Porque no me he atrevido.
Me ha parecido mejor "presentarme yo
mismo mar adentro.
Lea.—»¡Vaya una timidez;
Gesier.—El agua me da ánimos.
Aquí se está tranquilo y nadie nos es-
torba. Aquí puedo decir a usted sin
testigos que la amo.
Lea (riendo).—¿De veras?
Gesier.—S'. con toda el alma.
Lea—¿Y pretende usted que yo le
corresponda ?
Gesier.— ¡Pues es claro; Sin embar
; go. no hago de esto una cuestión de
gabinete porque no me creo con mé-
ritos suficientes para obtener su cari-
ño. Me llamo Gesier y me considera-
rla muy dichoso si pudiese esperar..
Lea.—; Imposible;
Gesier.—¿Por qué?
Lea.—Porque es usted demasiado
rico.
Gesier.—Ksperaba esa salida.
Lea.—Cincuenta millones.
Gesier.—¡ No sesenta; Pero yo no |
tengo ja culpa.
Lea.—Dirán que le amo a usted por
su dinero.
Gesier.—¡Qué disparate; Sea como
quiera ¿puede usted otorgarme una
esperanza por pequeña que sea?
Lea.—Xo. Si *!e amara a usted pre-
| ferir'ae ahogarme.
1 Gesier.—Pero ¿por qué?
1 Lea Porque no^soy una bribona.
j Gesier.—Xo comprendo. "*■
Lea.—Voy a serle a usted franca.
Mi madre me ha traído aquí expre-
samente por usted. para echarle a
usted el anzuelo.
Gesier.—· El anzuelo;
Lea.—S' señor. Soy una muchacha
honrada y mi familia está en ruina.
MI madre me ha ordenado que me
muestre coqueta con usted y le haga
caer a toda costa en mis redes. Há-
game usted justicia. ¿He podido ser
más franca?
Gesier.—Xo.
Lea.—Me da usted lástima y no
quiero engañarle. Si me ha encontra-
do usted con tanta frecuencia ha si-
do porque me han puesto siempre en
la mitad de su camino. Mis vestidos
mi traje de baño mis sombreros todo
era para usted. Esta misma declara-
ción en el mar estaba prevista pre-'
sentida deseada
Gesier.—¿Por quién?...
UN Rape HOTfBIE
El "British Museum." de Londres
Acaba de enriquecerse con un relieve
•rpulcral de extraordinario mérito ar-
ístico.debido a la donación del jar-
'inero paisajista de Putney Mr. Er-
nesto Dixon. Este adquirió la lápida
ie un contratista en el patio de cu*
.•a casa estuvo olvidada por espacio
!e unos cincuenta años.
Mr. Dixon colocó la piedra sobre
η muro de su jardín de Putney; pe*
o sorprendido después de su notable
-elleza. dió cuenta del hallazgo a los
expertos'del British Museum quie-
nes reconocieron que era una obra
de gran antigüedad·
La lápida mide cinco pies de largo
por unos dos de anchura y ostenta
tres figuras sedentes. Formó parte de
un monumento dedicado a Ampudios
Filomenis liberto de Lucio Ampu-
dius·
En el grupo se hallan Ampudius
su mujer y su hija*
Ampudios está representado como
un anciano delgado de trazos de gran
relieve y de labios finos y apretados.
En los extremos de la piedra se
ven esculpidas dos medidas de trigo.
Este detalle y la inscripción que al
pie tiene el monumento hacen supo-
ner que Ampudius fue un tratante
en trigo o molinero·
Los técnicos del British Museum
afirman que el relieve formaba parte
de las paredes de un sepulcro.
El desgaste del dorso permite creer
que esta piedra sirvió vuelta del re-
vés de pavimento en alguna casa de
la Edad Media.
El profesor Smith dice oue Ampu-
dius vivió entre los años 25 antes de
Jesucristo y 25 después de Jesu-
cristo.
De este relieve habló Bianchine de
Verona en 1706declarando que ha-
bía sido desenterrado en 1700 cerca
de Porta Capena y transportado a
la Villa Casali- El último que trató
de él fue Jorge Zoege establecido
Ϊ25Η5Η5Η5Ξ5Ξ5Ξ5Η5Ε5Η5Ζ£ΓΕ5Ξ5Η5Η5Η5Ξ52;
Lea.—Por mi no. ¿Y sabe usted 1<
que me han aconsejado con palabra
encubiertas? »
Gesier.—Xo.
Lea.—La estratagema del calambre
Cuando estuviésemos mar adentro de·
b'a fingir un agudísimo dolor y pedi
socorro para que usted me cogiese ei
brazos y me condujere a la playa a Ij
vista de todo el mundo. La cuestiói
era comprometernos a los ojos de to
dos. Como usted me ama sabe Dio:
el sesgo que hubiera podido tomai
la aventura. No me dé usted las gra
cias y guárdeme el secreto. ¡Adiós;
Gesier.—Xo se vaya usted. ¿Conqu<
querían hacerme víctima de un enga-
ño? ¡Ya pondré yo remedio .a seme-
jante maquinación; τ Es usted uní
mujer divina a la que adoro con todí
la fuerza de mi corazón; ¡Pobre cria-
tura ¡
Lea.—Ya. es hora de regresar a la
playa porque hay tnucha corriente.
Gesier.—Deberíamos asociarnos pa-
ra dar una lección a su madre de us-
ted y a todos cuantos han tomado
parte en eF complot.
Lea.—¿Y de qué modo?
Gesier.—¡Ya verá usted; ¡ Ks preci
so que le dé a usted el calambre;
(Gesier coge por el talle a Lea.)
Lea.—" Suélteme ustedj
Gesier.—Todo Dieppe nos está mi-
rando. ¡Por piedad Lea dígame us-
ted que me ama;
Lea.—¡Suélteme usted o me veré
precisada a abofetarle..—¡
Gesier.—¡Pégueme usted si quiere;
Lea.—¡Por favor;
uesicr.—j v¿uir« u wiuj/iuiuvíviiu .»
[ usted Loa. y soy yo quien le echa el
j anzuelo; ¡Será usted mi esposa;....
ι Lea.—; Me abandonan las fuerzas;
¡Mamá; ¡Mamá;
Gesier.—Xo la suelto a usted
¡Apóyese usted en mi...y écheme los
brazos al cuello;
Lea.— ¡Me pierde usted Raül¡...
Gesier.—;Raúl¡ ¡Soy el más feliz
de los hombres; Cuando pienso que
van a creer que me ha hecho usted
victima de un ardid no puedo conte-
ner la risa ¡Qufc crean lo que quieran;
Víimos a llegar en seguida. Mañana
después de almorzar iré a ver a mú-
dame de Tency para pedirla a usted
por esposa.
Lea.—Me negaré resueltamente a
sus deseos.'
Gesier.—A la una y media en punto.
(Lea y Gesier han llegado a la pla-
ya con las manos entrelazadas e in-
mediatamente se separan Mme. de
Teney y la doncella se acercan a Lea.)
La madre.—¡Lca¡ ¡Hija m'a¡
¡Un calambre;
Leí (a su madre) M. Gesier. ¡ma-
má; ¡A no ser por é!¡
La madre (a Gesier.) ¡Xo sé cómo
expresarle a usted mi gratitud;
Gesier.—¡Quede usted con Dios se-
ñara;
(Gesier echa a correr como si tu-
viera alas altamente satisfecho de
haber encontrado una mujer de cora-
zón nob'e y generoso.)
Lea está en la caseta sola con su
madre. La- doncella se ha dirigido a
la casa de su señora con objeto de
preparar un caldo «diente.
I-a madre (con ansiedad) ¿Ha pa-
sado todo como hablamos convenido?
Lea.—Xo. mamá: se lo he dicho to-
do incluso lo del anzuelo lo de nues-
tra ruina lo de la coquetería y lo del
calambre.
La madre.— ¡Qué has hecho desdi-
chada; ¡Tú amas a ese hombre..
Lea.—Es posible
La madre.—; Todo se ha perdido;
Pero si no has fingido el calambre
¿qué significa esa comedia?
Lea.—Xo te metas en averiguacio-
nes y ayúdame a vestir. Mañana a la
una. vendrá a verte y es preciso que
antes nos hayamos ido de aquí.
La madre.—¿Adónde?
Lea.—A Etretat sin dar a nadie
nuestra dirección.
L-i madre.—/Te has vuelto loca?
Lea. Volará a nuestro encuentro
en automóvil.
La madre.—¿Pero cómo sabrá dón-
de estamos?
Lea.—Por su "chauffeur." que está
en relaciones con nuestra doncella.
La madre.—Empiezo a sospechar
que eres más lista que yo.
Lea.—Xo lo dudns. mnmá. Dentro
de poco no volverás a usar en tu vida
guantes lavados.
Enrique LAVEDAX.
PAYASOS DE CIRCO PERSEGUI-
DOS PCR EL REG'.MEN
BOLSH EVIKI
Pnv<* que la sátira pol'tica. feroz-
monti· perseguida p->r el gobierna del
Soviet s> refugio en el c-rco a ¡u/guv
por lo que ha sucedido últimamente.
Pe un periódico sueco el periódico
. "Vor waerts" reproduce la siguiente
ι escena. Una noche. <·π el circo Ci-
niseli. que ha plantado sus tiendas en
Petrogrario. un flcKvji pe aderii) al
otro y le preguntó que por qué ha-
bfn esta-lo ausente tanto tiempo.—"'He
ido. ¡e respond;·*· e! otro a b'.;s*:ir le-
ña". Y a continuación s:" puso a
narrar una larga historia d» accidentes
y peripecias sufridas en ιιη viaje in-
terminable. Pero en fin. por último·
reconocí·"· que había encontrado leña
'¿Se puede ver la ene conseguiste?
le pregurta entonces el primor clown
"Sí. con tal de que no vayas a to-
cármela". le responde el otro. A' er
! efecto muestra un enorme saco· y de
¡ él extrae Un minúsculo pedadtc· dt
| madera El público ríe a carcajadas
| viendo así caricaturizada la situación
I de miseria en que se hulla' ha ίο el
j régimen bolsheviki; pero las autorida-
i des del Soviet que ejercitan muy bien
la tiranía aprehenden esa misma no-
che a los dos payasos.
. cháscarrTllo
Viajaba un caballero con dos se-
ñoras en el mismo vagón y éstas se
enredaron en una disputa terrible.
Cuando ya parecían cansadas una
de ellas dijo al viajero:
Sin duda extrañará usted nuestra
imprudencia.
—No señora. Soy completamente
indiferente cuando se trata de gritos
de mujeres; llevo diez años de ma-
trimonio.
en Roma desde 1874 a 1879· Después
se consideró perdido hasta que hubo
de adquiririo algún turista inglés que
lo instaló en su casa o jardín en la
región de Saint John Wood.
a EL SITIO DE CUAUTL/
J „
3
(Viene de la pág. 9)
j cha de sus contrarios y fué imposible
ya toda resistencia por lo que cad:
' quien sólo pensó en la manera di
' salvarse.
Morolos sus principales jefes :
gran número de soldados insurgente
lograron salvarse y se reunieron des
pués con su ilustre jefe para eonti
nuar luchando por la causa nacional
Tal fué el memorable sitio de Cuai
tía en que se demostró el valor in-
dómito del insurgente mexicano y. Ií
heroicidad de aquellos bravos que as
resistieron setenta y dos días un si-
tio puesto por las mejores tropas rea-
listas a una plaza que por confe-
sión del mismo general enemigo nc
pudieron tomar por asalto ni era pe.
sible que la tomaran a viva fuerza.
Calleja fué derrotado en Cuautla
en los asaltos que emprendió con-
tra la plaza y el resultado final le fué
igualmente adverso pues aunque lo-
trró ocupar la población no pudo des-
truir la insurrección ni acabar con
sus principales jefes.
La gloria fué de Morel os. como tam
J.ién fué suyo el triunfo moral de la
causa nacional en aquella épica lu-
cha.
———
¡NOTAS CURIOSAS
Una estadística puplicada por el A-
yuntamiento de Londr<& manifiesta
que esa ciudad tiene 7252963 habitan-
tes. Su riqueza) se estima en...··
202.4S0.000 dólares.
Hay máquinas para fabricar papel
para periódico.*. xque producen una
tira continua de tres metros y medio
de ancho a razón de 200 metres por
minuto.
Dice un doctor inglés. que ocurren
tantas muertes por exceso en la co-
mida como ρ di* exceso en la bebida.
En los mares del mundo nay cons-
tantemente millón y medio d·? perso-
nas. por término medio navegando.
Algunon niños doblan su peso a
los siete dfas de nacer.
Una capa de hielo do cuarenta y
cinco centímetros de espeso*· sopor-
ta el pese de un tren de viajeros.
En Francia hay actualmente diez y
nueve abogadas que practican 311 pro-
fesión .
El · pr.«eo de Eucríeli en México se
estrenó el 8 de Diciembre de 17?5:
el paseo de la Viga en 1730 y la p!a
za de Santa Catarina A: enero de
1794.
En el teatro de la 'Aihambra". de
Lene:ros. hay un aparato de luz eléc-
tric.?. que tiene sesenta; líimparas de
500 bujías cada una.
En Pairís hay 111.700 árboles de
los cuales 88000 se hallan en las vías
públicas.
El canto del ruiseñor suelo oirse a
la distancia de una milla.
Los romanos tenían en gran estima
la carne de avestruz.
En el mundo hay 600 millones de
blamos. 700 de amarillos 215 de ne-
gros 35 de morenos obscuros y 15 de
pieles rojas.
El tiempo de existencia de un bar-
co de guerra moderno se calcula or
20 años. '
EXPEDICION ARTICA EN BUSCA
DE HUEVOS DE AVES RARAS
El explorador americano Mr. Do-
nald MacMillan ha anunciado a un
periódico de Boston el propósito de
partir el próximo mes de julio pa-
ra emrender una expedición a las re-
giones árticas con objeto de bus-
car hjEvos de aves raras de los paí-
ses polares principalmente de ánsa-
res de las nieves y azules.
Asimismo investigará el paso por
el Norte de los estrechos Fury y He-
cla.
En el trayecto se dedicará a trazar
el mapa de aquellas regiones.
La expedición irá provista de un
buqu2 especial a propósito para reco-
rrer las regiones polares.
ENTRE UN TURCO BARBON Y
UNA FRANCESA BONITA
hay mucha diferencia. Lo mismo hay en-
tre las casas poco serías que dicen que mandan
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Lozano, Ignacio E. La Prensa (San Antonio, Tex.), Vol. 8, No. 2144, Ed. 1 Sunday, February 20, 1921, newspaper, February 20, 1921; (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth1068494/m1/10/?q=%22~1%22~1: accessed July 17, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu.; .