La Prensa (San Antonio, Tex.), Vol. 8, No. 2,396, Ed. 1 Thursday, November 3, 1921 Page: 3 of 8
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LA PREN
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8 R. IGNACIO E. LOZANO.
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I UNA SOLIDARIDAD ABSURDA 1
£E555E5é5J=HSH^SESHSaS2S5S5SaSaSSS!.íJ55S?S?SJS!S5S5S5S2SaS25HS2S2SH52S2SSSESa35ScSESES5SlSHSH5E5aS2SJS5sS
Por el Lic. Nemesio GARCIA NARANJO.
El ferrocarril L if G. X. que recorre el Esta-
do de Texas desde Denison hasta Laredo sufre
en estos momentos las consecuencias de una
huelga de trabajadores; y aunque hasta hoy no
se han suspendido los servicios de pasajeros ni
de cania puede interrumpirse el tráfico de un
momento a otro o cuando menos congestionarse
lo que sería perjudicial pañi México en vista de
que muchas de sus importaciones se hacen por
esa via.
Pero en tanto que el tráfico se interrumpe
algunos ferrocarrileros mexicanos han concebido
la po<x> oportuna idea de ayudar a los huelguis-
tas de Texas haciendo sentir en México los e-
fectos de este movimiento obrero. Se proponen
dejar en Lamió aquellos carros que lleguen a
nuestro pais por la via del I. & G. X.. y creen
que amontonando en la frontera la carga desti-
nada ι México obligan a la empresa ferroctrri-
ler* a someterse a las exigencias de los trabaja-
dores.
Esta iuoporiuna y extravagante solidaridad
pone de relieve la desorientación de los ferro-
cari !eros mexicanos Por ayudar a gentes que
no couocen que nunca han visto siquiera ni a-
grntiocen tampoco el sacrificio que por ellos se
hace piensan dar pasos que arruinan al co-
mercio de nuestro país. Bellísimo sería este ges-
to fraternal si no fuese porque el hecho de de-
jar tirados los carros de mercancías en la fron-
tera. puede provocar la escasez y la carestía que
hacen sufrir al pueblo de México.
• t)ue piden los ferrocarrileros del I. & 0. X„?
Eso es rosa que no interesa ni debe interesar a
los mexicanos. Tengan los obreros de aquí ra-
zón o no la tengan su huelga es una cuestión
que ellos y la empresa ferrocarrilera deben
exclusivamente dirimí^.
La solidaridad de los mexicanos sería justa
si se hiciera en correspondencia de algún sacri-
ficio h^cho j»or los obreros norteamericanos en
favor de los obreros de nuestro país i'ero jamas
se ha sacrificado el trabajador de Estados Uni-
dos por el de México. I'or lo contrario siempre
ha procurado excluirlo siempre le ha cerrado
las puertas tie los talleres siempre le ha mani-
festado hostilidad.
Durante los años agudos de la Revolution lle-
garon a este país centenares de ferrocarrileros
mexicanos: había maquinistas conductores fo-
goneros. etc.. todos eran honorables y competen-
tes y sin embargo jauias pudieron conseguir
quehacer. ¿Por qué? Porque los trabajadores
norteamericanos—los mismos a quienes hoy. pre-
tenden ayudar nuestros compatriotas—no les
permitían aceeso en el ferrocarril. V tuvieron
ios ferrocarrileros mexicanos que dedicarse a
los trabajos duros de tender rieles o rej>oner
durmientes en la via. Asi es la solidaridad obre-
ra eu este {tais: se irgue 110 solo contra el capi-
tal. sino también contra los trabajadores de
nuestra raza.
Y es natural que así suceda porque lo que
procura el obrero es mejorar su posición por
medio de altos salarios: y el día en que eu aras
de nna solidaridad sublime el proletariado yan-
ki le abriera los brazos al proletariado de el
mundo sobrarían los brazos y bajarían los suel-
dos. Por eso es Jógico que los trabajadores nor-
teamericanos 110 fraternicen con aquellos obre-
ros que el hacerles competencia perjudican an
sus intereses.
El ferrocarrilero norteamericano está dentro
de su papeL Quien se sale del suyo es el mexica-
no. que por defender una fraternidad teórica se
postra servilmente ante quien nunca le lia he-
cho el mas leve favor.
No no es de México de donde debe venir ayuda
a los huelguistas de Estados Unidos. V menos
cuando la paralización del tráfico ocasiona tras-
tornos mercantiles en nuestro país. El pueblo
se explica tolera y algunas veces justifica que
los obreros en el afán de mejorar su posición
suspendan temporalmente los servicios naciona-
les. Las gentes aceptan resignadamente el per-
juicio que les toca con tal de que el proletario
alcance el progreso soñado. Pero si el pueblo de
México está conforme en sacrificarse algunas ve-
ces por el obrero de México no lo está en ser
crucificado por el obrero de Estados Unidos. Es
demasiado ]>edirle a una nación pobre que se
sacrifique por las clase jjrolctarias de un pueblo
rico.
Por eso en México se miraría con aversión y
ha>ta con hostilidad un movimiento que hicieran
los ferrocarrileros mexicanos cou perjuicio del
comercio nacional para favorecer intereses a-
jeuos. Nadie en nuestro pais apoyaría el blo-
queo del tráfico en la forma proyectada. El o-
brero norteamericano no anua nunca con solida-
ridades metafísicas contrarias a su» interess. El
obrero mexicano debe imitarlo en este punto
y comprender que antes de servir a los trabaja-
dores de otros países tiene la obligación de ser-
vir a sus compatriotas.
Bien está que en México luchen el Capital y
el Trabajo; jiero es una ilusión creer que se pue-
dan congregar los obreros de todo el mundo p;tra
combatir el capitalismo universal Por lo contra-
rio. cuando la pelea se hace de nación a nación
el Trabajo y el Capital se unen y presentan un
frente compacto. El obrero de Estados Unidos
combate al Capital de Estados Unidos; pi-ro es-
tá solidarizado cou dicho Capital para impo-
nerse eu el resto del mundo. Dentro del pais hay
lucha: fuera son norteamericanos.
Y asi debe ser. ¿Fraternidad obrera? Sí cuan-
do no sea obstáculo de la fraternidad nacional.
Que ios ferrocarrileros de México ayuden lo «jue
quieran a los extranjeros jH-ro no haciendo esca-
sear los artículos de primera necesidad en su
tierra. Es bella la solidaridad con los extranje-
ros; ]H*ro es más bella la solídariuad de la Pa-
tria.
EFEMERIDES
Discusión sobre la convo-
catoria para elecciones
3 DE NOVIEMBRE DE 3S2I-—En
este dio. sv discutid la- convocatoria
para las eleciones de diputados al pri
Bier Congreso del imperio mexicano
que hab'a d·· hacer la Junta Provi-
sional de Ciobitrno.
En la sesión del 30 de octubre se
había comenzado a leer el dictamen
de la comision nombrada el efecto en
una sesión previa de dicha Junta Pro
visional cuando se presenté el P. D.
José Manuel Herrera Ministro de Κ o
laciones. y mamíeaió en nombre de la
liegencia que antes de que se toma-
se resolución alguna convendría se
examinaran las observaciones que di-
cha Regencia se proponía presentar
dentro de breves días.
La comisión dictaminadora había
presentado un proyecto basado en lo
establecido en !a constitución españo
la acerca de elecciones y de la Cor-
ma del congreso. Sobre esto hubo
una acalorada discusión soteniendo
algunos de los miembros de la Junta
<;ue podían hacerse algunas variacio-
nes a dicha constitución sin infrin-
gir lo prevenido en el Plan de Iguala
y Tratados de Córdoba. El Dr. Maído
r.ado demostró convenientemente que
la Junta tenia facultad para estable-
cer otros bases y el Dr. MonteaguJo
dijo que como miembro de la comi-
sión se había sujetado a los princi-
pios reconcidos. pero que su opinión
como vocal de la Junta era que tales
principios podr'an variarse y aún pro
puso que se estableciera una cámara
intermedia.
En cuanto a la solicitud de 1a Re-
gencia se acordó esperar su informe
s;n interrumpir la discusión-
En la sesión del 01 de octubre Haz
y Uuzmán propuso que se declarase
previamente si se j>odia o on alterar
el método o p'.an de elecciones y de-
previamente si se podía o no alterar
ción. pero el presidente de la Junta
c:uridi y Alcocer que había sido dipu
tadoa las cortes de Cadiz y tomado
parte en la formación de la constitu-
ción española no quería se apartase
dicha corporación un ápice de aquel
modelo.
La Junta tenía muchos asuntos que
discutir ( por lo que lo relativo a la
convocatoria para elecciones se Inte-
rrumpía frecuentemente. En la se
PENSAMIENTOS
HOMBRE
La dignidad la for luna eí poder
la hermosura todo esto no es el hom-
bre.
Ν urna.
El hombre mismo no es más que
miseria.
Osiris.
¡ Eí corazón de algunos hombres es
• una casa que no tiene escalera.
Balzac.
I
1-os hombres son lo que a las mu-
jeres place "que sean.
La Fontaine.
Somos cierta pasta de contradic-
ciones continuas que no acertaría a
¡ descubrirlas el filósofo más agudo
| de! mundo.
Gozxi.
;Aíalditos ios que levantan la voz
de guerra: caigan sobre sus frentes
las maldiciones de todas las · madres!
A. Frates y Sureda.
Cuando se emancipa un país se in
surrecciona.
Mr. Gladstone.
Las revoluciones comienzan con Vie
II^.s oalabras y terminan con san-
gre.
Miiximiliano Emperador de México
*· ' ·■'*
sión del d¡a C de noviembre tampoco
se pudo llegar a ningún acuerdo- i*or
fin en ¡a sesión del 7 de noviembre
a propuesta del Lic. (Jama se declaró
que la Junta no tenia derecho de con
vocar un congreso distinto a lo sus-
tancial del que previene la constitu-
ción española pero que pod'an hacer-
i se variaciones en ia parte reglamenta
ría.
La cuestión volvió a embrollarse
porque varios individuos de la Junta
salvaron su voto y lo presentaron por
escrito en la sesión siguiente pero eo
rao manifestase D. José María Cervan
tes que firmaba dicho voto por si y
por su hermano el marqués de Salva
! tierra. Fagoaga se opuso a que se ad
¡ mitiese tal modo de votar alegando
' que en la Junta Soberana no se po-
! d.'a votar por procurador.
Como eran tantos ios provecto? pre
i sentados se discutió entonces cu.1I era
! el que había de discutirse primero.
Asi perdía el tiempo en esas nimi<
. dades la Junta Provisional Gubernati
; tiva del Imperio mexicano.
11 lecturas Populares
ELEFANTES EN TEXAS
Que el elefante vivió en Texas ha-
ce miles de años es un hecho fuera
de toda. duda. desde el momento en
que se han encontrado osamentas de
dicho animal en esta parte de los Es
tados L" nidos.
Igualmente- se han encí.rTr.iáo hue-
sos de elefante en la Mesa Central de
la República Mexicana. Todos e¿os
huesos se encuentran naturalmente
petrificados es decir que en ellos to
das las partes animales han sido sus
tituidus por sustancias minerales con
servando los huesos su forma primiti
va. pero petrificados. Y si se trata
de un esqueleto este se encuentra
igualmente petrificado.
La fosilización de los vegetales y
de los animales es uno de los fenó-
menos más curiosos de la naturaleza.
Diñase que la forma primitiva del
animal ha sido un molde en que se
ha vaciado una pasta petrea que vie
ne a reproducir al animal o planta
primitivas.
El elefante como se sabe es origi-
ginario de climas calientes por {lo
cual el hecho de haber vivido en la
América en época remota indica que
el clima de nuestro continente fué
muy distinto del que es en la actuali
dad.
¡ Cuan remota sea la época en que
'vivieron aqu' el elefante el caballo y
otros animales se demuestra por el
hecho de que ni en los jeroglíficos ni
en las tradiciones de los indios se con
serva la memoria de tales animales.
Los mayas que es uno de los pueblos
más antiguos no ten'an noticia de la
existencia del elefante y del caballo
que a haberlos conocido los habr'an
representado en sus geroglíficos como
representaron a los animales que les
eran conocidos y aún dieron nombres
i a muchos pueblos tomándolos de los
¡animales. Así por ejemplo. "Aztlán".
' el lugar de donde salieron los aztecas
! para emprender su peregrinación se-
cular. quiere decir "lugar o tierra
! de garzas"
Probablemente en la época en que
' el elefante corría por las llanuras de
; Texas el continente europeo y el ar««>
ricano estaban unidos y en vez de
¡ ¡as extensas sábanas que hoy se ven
| en el Estado habla entonces tupidos
I bosques donde reinaba siempre una
j temperatura tropical semejante a la
j que hoy prevalece en Asia·
I Pero con la separación de los con
ICOSASTOUENTLINCA SUCEDEN
Señora al estar la-
bando los utensilios
de comedor rompí es- \
ta frutera de cristal j
cortado. Favor de re- J
bajarme su valor de
mi sueldo semanario.
*
'■^52S23?lSE5Z5?5lÍfj2S£5c5Z5HbcSo¿S2SS52ffiS¿S¿5i¿Sd525H5¿5£b¿íi¿bdhiibüd5i;j
I POR ESOS MUNDOS
I Λ TRAVES DE LA PRENSA EXTRANJERA
&ClgTClg?g?t^lCÍCTCl^n^g3C3CTC:iC3g3C3g3g3'73t
LA PERSONALIDAD DE LOS ACTORES
-íof
En el cinematógrafo también ha
vencido el héroe. Parecía que la ra-
pidez de las películas y la infinita va
riedad de las mismas formarían una
masa confusa de la que no se recor-
dase ningún contorno humano apenas
desaparecida la visión. Parecía que
¡os actores vistos en imágen siguien
dose sólo de ellos un fugaz esquema
gris indeterminado desaparecerían
como individualidades quedarían en
el coro sin personalidad de los ''acto
res de cine" sin que ellos tuvieran
campo para la originalidad ni el es
pcctador memoria para aprehender
su peculiar carácter. Pero el ojo ha
bureado en la proyección preferente-
mente no el argumento (nadie se a-
cuerda de ninguno) ni el paisaje (fon
do esfumado) ni la situación (multi-
plicada hasta el paroxismo en cada
minuto). Lo único que ha buscado y
diferenciado y aislado como en todas
las demás artes ha sido el agente el
actor. Para que se cumpla la senten
cia de Taine: "'Λ1 hombre no le in-
teresa más que el hombre."
Ved cómo habiéndose compuesto es
cenarios divertidísimos ó grandiosos
algunos por artistas de renombre; có
mo habiendo fotografiado el cine las
maravillas de la Naturaleza y el ca-
tálogo completo de la vida urbar.a
universal y de la. arquitectura; cómo
de sus enseñanzas científicas y de su
invención espectacular no flota en la
memoria del espectador no sobrena-
dan más que unos cuantos nombres
de actores seleccionados entre los
más representativos. Y as' hoy ca-
da cine actor tiene su público dife
rente y es á él no á la película lo
que se va á ver en la pantalla. Ade-
más la índole cosmopolita del cine ha
permitido que sea extensh-o ese re-
nombre á todo el mundo civilizado.
La gloria del actor que en el teatro
rara vez sale del territorio de su idio
ma en el cinc abarca todos los ám-
bitos poblados. El gran actor de cinc
es tan conocido en la Colonia del Ca
bo como en la última aldea noruega-
¡Arte profundamente generalizador el
del cine/ Medio poderoso do comuni-
dad yde extensión fraterna!
Gracias ai poaer áe difusión de lo
particular que tiene el cine huciéndo
lo cosmopolita se ha llegado á proto-
tipos de actores fotográficos que han
echado los cimientos de lo que debe
ser en todas partes la representación
cinemática y de los límites y el estilo
del mimo. Un prototipo es Carlos
Chaplin otro Douglas Fairbanks otro
la Bertini otros Dorotea Dalton Wal
lace Keid. Cayena muchos más. De
todos hablaremos sucintamente.
..Dorotea Dalton.—Se encuentran los
cine-actores norteamericanos con
| una ventaja nativa: carecer de tradi-
ción teatral. La declamación tal co
•"no se ha forjado en norma para la es
cena no sirve para el cinematógrafo.
Recuérdense los fracasos de todos los
actores eminentes al ensayar ••posas"'
para la fotografía animada. Tampo-
co sirven las bailarinas. El arte de
la escena—de declamación ó baile—
está formado por un criterio deriva-
do de la pintura y de la escultura y
tiende su ritmo á lo clásico. Accio-
nar en escena es exponer un carác-
ter dentro de la armonía. Bailar es
encontrar una teoría de movimientos
siempre bellos plásticamente a! de-
sarrollarse. Mimar para el cine es
' prescindir de la estilización clásica y
j encontrar un nuevo tipo humano
tinentes el calor disminuyó en esta
! parte dei mundo y los elefantes de-
| saparecieron.
En cuanto ai caballo que es mi-
ceptible de habitar en los climas tcm
piados como en los cálidos ha de ha
ber desaparecido devorado por los
muchoe animales carniceros y glgan
tcecoa de aquella remota edad.
(Chariot) 6 servir fielmente la reali-
dad minuciosamente hasta en lo feo.
No precisa el cine-actor más que pa-
recer viviente y habitual.
Dorotea Dalton como todos los nor
teamericanos sorprende por una na-
turalidad verista nunca encontrada
en la artificiosa escena. Son las per
«•ñas de por la calle. Es la entra-
da del mundo de lo vulgar en acción
para descubrirnos su encanto enterra
lio por siglos bajo ¡a pesadumbre d»
lo retórico. Es el gran festival de lo
urual. oDrotea Dalton es una mujer
muerte clara mórbida sonriente ojia
zu toda hoyuelos y blandos contor-
nos. La mujer de veinticinco años
que hay ¿n todos ios continentes co-
rona de la cena f««iiz del iiumo de ci-
garro y de ensueño: la feminidad y
la coquetería normales sin destaque
"de las anónimas".
..Wallace Reid.—El señorito univer-
sal también que se ha fortalecido
bien los músculos. Trajes sueltos ca
misas flojas buen chófer mucha leal
tad en su rustro franco. Ha dq reír-
se siempre. La risa es la excudación
moral del que confía en s' mismo.
Ciento veinte por hora. Llegó 4 tiem
po. Ahora juega con sus perros. Wal
lacc Reid es el recién salido de la
' Universidad que todavía no sentó la
cabeza y que hace unas cuantas ton-
terías intrépidas para que la novia
dig con más amor:
—¡Qué brutito'
Excelente hombre de negocios á los
cuarenta años.
Tomás BORRAS.
:)·»{:
HISTORIA.
To juzgo imposible describir las
j cosas contemporáneas sin ofender a
ι muchos.
Maquiavelo.
Entre todos los estudios que se e-
jercen por e! ingenio está en primer
lugar y en gran uso la memoria de
las cosas pasadas. -
Salustío.
I Muchos son los que escriben y leen
acerca de la historia; pocos son los
que leen y escriben historia-
Conde de Segur
Dar unidad a la historia enlazan-
do los hechos con hilos de oro. es re
juvenecer la boca de una vieja ponién
dole dientes postizos.
Campoamor.
La historia es la escuela del rei-
nal: ella solo enseña como surge un
imperio y como se derrumba; solo
ella puede enseñar lo que ha de acón
teoer deduciéndolo de lo que suce-
dió. t
Cati.
Por muy bien que hable una mu·
.jer más admira callada. Cuando más
habla el árabe más miente.
Augusta Coupey.
Los golpes de viento que se llevan
las p?.labras parecen el soplo do la
indiferencia incomunicando a los hom
'ores.
Ortega Munilla.
Escuela habla poco y a tiempo.
Bias.
Acontece con frecuencia que quien
habla mucho y bien obra poco mal.
Persiehett!.
Seguramente que loa hombree M·
SECCION UTERAR1A
EL POETA CELEBRA EL GOCE
DE LA VIDA
\
A un Amigo·—
Jacinto de las rosas de! viejo Anacreonte
sacó la abeja antigua dulcísimos panales;
cuando cerró sus templos el rojo dios bifronte
oyéronse en el Latium Himnos de amor triun
. (falea.
Vano es que el blanco cisne la obscura muerte
(aíronte
si no canta bu canto de notas inmortales.
La misteriosa sombra no cubro el horizonte
sin que la luz fecunda prodigue sus raudales.—
To que el jardín de Horacio pisé gozoso un día.
y tave de las risas la amable compañía
sé que no hay bajo el cielo más venturosa
(suerte.
I
Abrase asi a tus ojos el pavoroso Arcano
mientras mis pasos llevo por entre el bosque
m (humano
soñador y nostálgico y triste basta la muerto..
0O0
LOS HEROES
Por sanguinario ardor estremecido
hundiendo en corcel el acicate
lanza el Bárbaro en medio del combate
6u pavoroso y lúgubre alarido.
Semidcsnudo sudoroso herido^
de intenso gozo su cerebro late
y con su escudo al enemigo abate
ya del espanto y del dolor vencido.—
Surge de pronto claridad extraña
y el horizonte tenebroso baña
un mar de fuego de purpúreas ondas
y se destacan entro lampos rejos
los anchos pechos los sangrientos ojos
y las hirsutas cabelleras blondas.—
Ricardo Jaimes FREYRE.
LA PARTIDA DE BILLAR
—Harto de aventuras y de viajes—
dijo Garios de Morgue —vivía yo nue
ve meses en mi propiedad de Gales y
el resto del año en París.
Deslizábase mi vida en la indolen-
cia de un siciliano o de un moro sa-
boreando el sol tomando la lluvia y
sin detestar la nieve y el viento.
Creía que habían terminado para
mi las tempestades del alma. Pero mi
dcliciosa tranquilidad fué turbada por
la presencia de Gilberta de la Sau-
liere.
Procedía esta señora de Nueva Or-
leans donde había dejado los huesos
de su esposo hombre de grandes »jm-
presas industriales.
Presentóseme Gilberta en el campo
a la vuclta de un sendero y me sor-
prendieron de un modo extraordinirio
su elegancia y su belleza incoiupara-
bles.
Me quedé como embrutecido duran-
te todo el día y parte de la noche.
Y cuando supe que era -mi vecina
comprendí que no podr'a dominarme.
No soy de esos hor.bres que luchan
contra las pasiones y por tanto me
dejé arrastrar por la corriente. Visi-
| té a Gilberta y la seguí a todas par-
tes.
La hice una declaración en toda for
ma y me contestó:
—No quiero volver a casarme. Ama
ba mucho al difunto La Sauliere y
me he propuesto serle fiel a su me-
moria.
Sin emargo insistí e hice gala de
la energía de que suelo echar mano
cuando me aguijonea la pasión.
Sospecho que serj usted un tirano
me decía y yo no quiero perder mi-
libertad.
*
I I
Gilberta había adquirido el Casti-
llo de las Aguilas situado frente al
mío. y se entretenía en comprar las
tierras inmediatas a su finca.
Un día que paseábamos en su jar-
dín me dijo:
Deseo poseer su bosque de Heagrues
que linda con mis posiciones. —¿Cuán
tas hectáreas tiene?
—Cincuenta.
—Le doy a usted cien mil francos
por el bosque.
—¡Veinticinco mil más de lo que
vale¡ Pero no quiero venderle a us-
ted nada. Si lo apetece quédese con
éL
Gilberta se encogió de hombros y
durante todo el día no volvió a ha-
blarme del asunto.
Pero a la mañana siguiente volvió a
la carga en la sala de billar de su cas-
tillo. Acababa de terminar una par-
tida con un propietario de las cerca-
nías. a quien había vencido pues-
to que era una jugadora de primer
orden.
* *
bios no siempre disciernen y juzgan
de un modo perfecto. Preciso es que
con frecuencia den señales de la de-
bilidad de la inteligencia humana.
Guicciardirfi.
No hables con exceso para que no
te enredes y tropieces.
Pitigoras.
GUERRA
Cada revuelta da pretexto para ne-
gar un derecho público y cada revolu
clrtn malograda hace buena la tira-
nía.
Podre Mata
Querer una revolución eln males es
tan quiraérieo como una batalla Bin
desgracias
Manual Moreno.
»ι
—Vamos a ver me dijo al oído le
juego a usted una propuesta de ven-
ta contra el cuadro de Dirika que
tanto le gusta a usted.
—No señora le contesté; pero le
juego a usted el bosque contra un
beso.
Gilberta me lanzó una mirada reve-
ladora de su sorpresa.
—¡Cómo se conoce que es usted
francés ¡
—Le doy mi palabra de honor que
cederé gustoso el bosque en las con-
diciones indicadas. Pero como usted
no aceptará el cambio le propon
go a usted el juego. <í
—¡Me gustaría darle a usted una
lección j
—No es capaz de ello le contesté
sabiendo que era una mujer temeraria
y testaruda.
—Pues bien acepto la partida; a
trescientos tantos.
Ill
Comencé la lueba y jugué con encar
nizamiento como si se hubiese trata-
do de salvar mi vida. Por supuesto no
pensaba en el bosque sino en el beso.
Giiberta jugaba estimulada por su
amor propio.
Como los dos jugábamos bien nos
íbamos alcanzando mutuamente.
A los ciento cincuenta tantos le lle-
vaba una notable ventaja. A ios dos-
cientos me alcanzaba sobreponiéndose
a mi juego. Pero una buena suerte me |
colocaba a su nivel Después navegá-
bamos en conserva basta que Gilber-
ta llegó a marcar noventa tantos cuan
do yo sólo tenia ochenta y tres- Pero
de pronto tuve la fortuna de colocar-
me en doscientos noventa y nueve. La
emoción o la torpeza me hicieron nau-
fragar ante el puerto. Gilberta cogió
el taco y a su vez se puso a mi altu-
ra faltándole únicamente un tanto.
Supuse que había ganado la partida
porque si bien la combinación no te-
nia nada de sencilla era de las que
mi adversaría dominaba por comple-
to. Gilberta se preparó con calma.: to-
móse el tiempo necesario y jugó con
el aplomo que en ella era proverbial.
Sin embargo erró la jugada.
Estuve medio minuto sin poder ha-
cer nada por impedírmelo el cana-
lla de mi corazón que palpitaba en
aquel momento con extraordinaria vio
lencia.
Al fin acumulando mis fuerzas lan-
cé mi bola: dos choques secos me
proporcionaron la victoria.
En mi vida he temblado como en-
tonces. No creo que pudiera temblar
más si subiera al patíbulo; por fortu-
na estábamos solos pues los huéspe-
des del castillo se habían ido a to- .
mar el fresco a la terraza.
—Ha ganado usted la partida une :
dijo Gilberta: pero na le pago a us- ¡
ted al contado. Dentro de un cuarto
de hora estaré en el parque junto a ¡
la fuente.
Mi adorada se alejó preclpitadamen- i
te. Al cuarto de hora la encontré en
el sitio de la cita bajo los grandes -
árboles y en medio de una soledad ab-
soluta.
Adelantóse hacia mí en silencio y
lentamente francamente me tendió bu 1
cara.
Cuando levanté la cabeza Gilber-
ta estaba densamente pálida y se apo
yaba contra inl pecho pero se echó
a reir y en voz baja me dijo al oído:
—No he sido leal en el juego ami-
go m'o: pues si hubiera querido *»■-
bría ganado la partida.
A los pocos Instantes resolvimos
apresurar nuestro matrimonio y dar
al traste con la memoria del I
La Saullero
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· ·. ·.- -λ» - * τ * fí Y '-ST;· .· ¿Κ* i
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Lozano, Ignacio E. La Prensa (San Antonio, Tex.), Vol. 8, No. 2,396, Ed. 1 Thursday, November 3, 1921, newspaper, November 3, 1921; (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth1069058/m1/3/: accessed July 4, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu.; .