La Prensa (San Antonio, Tex.), Vol. 8, No. 2,143, Ed. 1 Saturday, February 19, 1921 Page: 3 of 8
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XA PRENSA" "
CKCTCN'EDfrOQlAL
UNA POLITICA RETROGRADA
Es sumamente interesante analizar nn fenó-
meno que se observa en nuestro p:iís en esta épo-
ca de ansias de progreso y de libertad y cuando
unas a otras se lian sucedido las revoluciones -li-
bertadoras" y progresistas· Ese fenómeno consis-
te en un contagio mental que se .manifiesta en in-
creíble regresión intelectual y moral que ha ex-
humado y puesto en boga concepciones añejas
principios caducos y completamente desprestigia-
dos-
Es asi como nuestros políticos y hombres de le-
tras aún los que pasan por mas cultos y avanza-
do* han desenterrado para implantarlos en Mé-
xico. principios antiquísimos de los tiempos me-
dioevales. que presentan audazmente como la ul-
tima palabra do las ciencias políticas y sociales-
Los estancos es ilecir. los monopolios: la <en-
tralización de los negocios públicos: la uniformi-
dad obligatoria artificial y sin vida en los méto-
dos educativos: la reorganización y ensanchamien-
to de las comunidades indígenas que han pagado
a la historia hasta en los pueblos más atrasados
son esas ideas anticuadas a que aludimos y que
constituyen el absurdo ctjnglomerado de los pro-
gramas políticos que quieren iropoucr a viva fuer-
za a la nación aún a ]>csar de los obstáculos ma-
teriales de nuestro medio social ν de las circuns-
tandas por que atravesamos·
Γογ eso fracasó ruidosa y completamente la
idea de establecer el Banco Uufco. que sería un mo·
uopolio eu toda forma a pes;ir de los inconscien-
tes argumentos de esa institución acaparadora-
Ahora según l;r idea «leí Ejecutivo se funda-
ran ocho Bancos de emisión constituidos ¡>or aso-
ciaciones privadas lo cual augura que dentro de
jkíco se dará otro paso más en este sentido para
que la lev j.»crmitu corno deln· ser y es urgente cuan-
tos Bancos sean indispensables para satisfacer la.s
necesidades de loda la nación.
Idealmente es un absurdo que en esta éjn^a «le
reconstrucción que demanda a gritos la coopera-
ción de eré*lito en la major escala posible. la ley
limite a «.who el número de los Bancos per» hay que
convenir en que esto es preferible a un solo Manco
y controlado j»or el (¡obierno.
l*ues ahora el señor Lic. Moheno. persona de ta-
lento y de ilustración nos acaba de sorprender con
la idea üe la fundación de un gigantesco moi:oj)olio
petrolero dizque para llevar a cabo la nationaliza-
tion del precioso combustible y dar fin a las difi-
cultades que hay entre el gobierno y Jas grandes
compañías-
l na de las más grandes cakuuiüadcs que so-
larían los pueblos es la influencia absorvente y
domination! de los irritmles monopolios porque esos
grandes monopolios restringen o aumentan a vo-
luntad la producción: elevan los precios para chu-
par las mayores "utilidades" a costa de los consu-
midores. o los reducen a la última expresión na ra
acabar «-on la competencia y volver a elevar los
precios-
Estos monopolios hasta en los país·* más po-
derosos y bien organizados son una verdade·*; ca-
^52ΏΏ5Ε52525Ε525Ξ5ΞΞΗΞΗ5Ξ5Ε5Η5Η5ΗΏ5ε5ΞΞΗ5ΞΞΞ5Η5
lamidai pública porque son los que en realidad
gobiernan los fletes y los precios de la fuerza mo-
triz. de manera que en países débiles como el nues-
tro y desorganizados constituyen un peligro gi-
gantesco- En su pain bra: los grandes "trusts** o
monopolios son los verdaderos amos y los úni-
cos aprovechados-
Aquí en los Estados Vnidos país poderoso en-
tre lo«5 más. han tenido que dictar leyes para com-
batir a los "trusts" «le manera que resulta' absurdo
el pensamiento de organizar en México un mono-
polio siga η tosco-
Los grandes monopolios son tan nocivos «¡no
en algunos Estados los gobiernos se han visto in-
ducidos a adquirir a toda costa y hasta por me-
dios coercitivos «rrandes empresas para salvar a
la sociedad de las r>Tas de 1<vj gigantescos 'trusts*.
Esto como se comprenderá no es el remedio.
l>ero ;;teuúa por lo menos el mal. cuando los <"5o
biernos son conscientes y honorables y e« proba
lilemente un paso para encontrar la fórmula más
conveni'*:·te pn^i b»« •"♦ws generales es decir
los s/>ff;i|i>s y los ''el Esiailo-
TVrzoer» e< eopvei* <>"' one V'e*a "1 'ϊ«
enai"ln « - 1>η<-■* eoTorcirtnte nwee^ eo»»io engr-
eíante ν ιμ·λ t»rr>'-'ir·» en (opspciw»"·'·» ohlener bis
mayéis i»fil¡d:>i;V\s. J*nes estos «tilídndes one 'o
ίτ;» *·1 finli'·»"»·» ciando se conv^rl" en eiiwwifin
es lo o»"» t»ierdcn los consumidores que forman la
colectividad-
¿Como pudo pues e] Lie- Moheno pruponer se-
mejante idea que es a todas lnces inconveniente pa-
ra los intereses del país?
Si dos o tres grandes monopolios como los po-
• troleros que dominan ahora en México son tan pe-
j ligrosos e inconvenientes. ;.qné podríamos esperar
ι de uno solo y tan gigantesco?
E*e trust que propone el licenciado Moheno.
sería el amo y árbitro «le la nación: fijaría los
precios impunemente; regularía a su talante ias
tarifas de transporte y hasta gobernaría nuestros
presupuestos- Seria en una palabra la venta «le
• la nación. ]»or los cuatro o quinientos millones «lo
! dólares del empréstito que se propone como condi-
ci«'»n para fundar la sociedad monopolizadora en-
I tro el Gobierno y las compañías-
Xo- L«> que necesitamos es acabar con esas
j ideas centralizadoras ν acaparadoras- La compe-
tencia es la vida del-comercio y el bienestar «le ia
sociedad y las variedades infinitas la utouimia
como dijo .un gran pensador es la verdadera uni-
dad. es el conjunto y la armonía de las diversas
notas que producen esa unidad viviente y esa li-
bertad que debemos de perseguir como la más alia
y noble finalidad·
Los monopolios la centralización do los nego-
cios públicos la uniformidad obligatoria artificial
y sin vida son ideas caducas verdaderas antigua-
llas de los tiempos medioevales que debemos com-
batir sin tregua porque nos conducirán a una dic-
tadura multiforme opresiva y funesta para la na-
ción·
.:i5HS2S2SH5t5HsksHSH5H5H5HS£5Z52SHSHSHSS5SSH5H5HSHS25E£i
! EL COMENTARIO EXTRANJERO
¡3 ffl
&525252525Ζ525Η5252525Ξ5252525252525252Ξ2525252525Η5? 25Η5Ε5Ε5Η5ΞΏ5Ξ5Ζ5Η5Ξ5Ζ5Ξ5Ξ5Ξ5Ξ5Ξ5Η5Η5Η5Ε5Ζ52Ώ5ϊΏ5 α
LA MONEDA ESTABLE I
γΚΙ costo tie la. vida 1 He all· para
Ια inmensu mayoría de nosotros una
preocupación diaria que apenas si
ha sido capaz de atenuar un poco la
baja actual. Ahora bien no siendo los
precios en último análisis sino la
relación entre la moneda y la mer-
cancía. se concibe que varíen debido
a la influencia de causas <^ue obren
ya sea sobre la moneda o ya sobre la
mercancía misma.
No es dudoso que la escasez o la
abundancia del numerario en otro»
términos su cantidad tenga que tener
una repercusión sobre el nivel gene-
ral de los precios. La historia de estos
últimos cincuenta años está all' para
atestiguarlo. Antes de 1SS6. se pre-
senció una baja genera! de los pre-
cios. que se atribuyó en parte al he-
cho de que la existencia de oro y de
monedas en general no había aumen -
tado en proporción a las necesidades.
Desde entonces sobre todo en el cur-
so de la guerra el fenómeno inverso
fué el que se manifestó con mucha
mayor intensidad: habiendo adquiri-
do una amplitud enorme Ta circula-
ción fiduciaria que tuvo su repercu-
sión en los depósitos de los Bancos
los precios no dejaron de resentirse
a causa de ello en el sentido de un
alza considerable ν rápida.
Estas dos experiencias concordantes
en el curso de una sola generación
bastan sin duda para demostrar que
la moneda en su función de medida
de los valores es un instrumento de-
fectuoso. Eñ tanto que el metro es
una medida invariable de longitud y
el gramo una medida invariable de
peso la moneda es una medida varia-
ble de! valor una medida en cierto
modo elástica. Si de una época a otra
comprobamos que los precios han
c-tmbiado no sabemos de manen»
cierta si. y en qué proporción es el
valor de la moneda o el de la mercan-
cía el que cambió. A lo más. si el fe-
nómeno presenta un carácter de ge-
neralidad nos veremos inclinados a
admitir que se debió a causas mone-
tarias. Pero aún en eso. hay que
cuidarse de hacer una apreciación
precipitada y absoluta sobre todo
cuando se trata del periodo de guerra
en que !as causas de alza más diver-
sas se reunieron y colaboraron.
Prácticamente lo que constituye 1.a
Importancia de estas variaciones de
valor de la moneda no es tanta que
los precios se modifiquen sino que
no se modifiquen al mismo tiempo y
en la misma medida. Hay que tener
en cuenta los lazos jurídicos que nos
Atan los créditos a largo plazo exprc·
Traducción de< francés para
"LA RENSA"
sudón en moneóla que permanecen
inmutables en medio de los precios q'
varían. Y de ello resultan desaloja-
mientos de fortuna ganancias y pér-
didas injustificadas. De esta manera
en nuestros días los rentistas siguen
recibiendo !as mismas anualidades en
tinto que el costo de la vida se ha
duplicado y que sus deudores se en-
riquecen ya que ia carga que sopor-
tan se ha vuelto menos pesada rela-
tivamente.
¿No será posible corregir estos des-
plazamientos de fortuna y darle a la
moneda una in variabilidad artificial
como se hace por ejemplo tratándose
de los instrumentos de astronomía?
Puesto que se pueden medir por medio
de la estadística (números índices—
"index numbers") las variaciones de
los precios ¿no sería concebible que
se hiciera uso de ellos para adaptar
las relaciones económicas a las varia-
ciones comprobadas?
Se han propuesto varias soluciones
a est*· efecto.
Se podría sin tocar la moneda es-
tablecer el principio de una revisión
de Jos contratos que sean el título de
una deuda expresada en moneda. Se
publicarían por ejemplo a intervalos
regulares tablas de corrección que
autorizaran al deudor que hubiera pe-
dido prestados 100 francos a saldar
su deuda mediante el reembolso de 90
francos o. por ti contrario qae lo obli-
garan a devolver 110 según que se
hubiera comprobado un a'.za o una
baja proporcional en el valor del pa-
trón. Esta idea fué sugerida por Jo-
seph Lowe (1S22). G. Κ. Porter (1S3S)
y Jevons (1S70).
Se podría también hacer esta co-
rrección automática haciendo variar
ya sea el valor legal o ya el peso de
la moneda en razón inversa de su de-
preciación. En una obra reciente
'•Stabilizing the dollar"—la Estabi-
lización del dólar—que ha hecho mu-
cho ruido el señor Irving Fisher de
It Universidad de Yale propuso cons-
tituir una moneda de cuenta que tu-
viera un peder de adquisición inva-
riable: el peso del dólar—o de cual-
quiera otra moneda—en lugar de ser
inmutable como ahora variarla 'con
el valor del metal. "Tenemos ahora
dice el señor Fisher un dólnr de oro
de peso constante y de pc*ier de ad-
quisición variable: debemos tener un
dólar de poder de adquisición cons-
tante y. por consiguiente de peso va-
riable".
En el mismo orden de ideas se ha
propuesto aún que el Estado trate de
adaptar la existencia monetaria al
volumen de los cambios de manera q*
la relación entre estas dos cantidades
110 varíe. El Estado podría hacerlo ya
sea haciendo por si mismj la acuña-
ción de la moneda de oro. en lugar de
que sea libre como ahora o ya subs-
tituyendo la moneda metálica por una
de papel que fuera emitida según las
necesidades de la circulación.
Este útlimo sistema ha sido preco-
nizado en Suiza recientemente por el
señor Silvis Gessel. es-Ministro de Ha
cienda de la República de los Soviets
bávaros y por su amigo el Doctor en
Medicina Th. Christen que murió trá-
gicamente en el lago Leman cerca de
Lausanne durante una excursión en
un barco.
En una memoria del Dr. Christen
presentada en 1916 al Departamento
federal suizo de Hacienda y en una
petición presentada et 1S de septiem-
bre de 1918 a las cámaras federales
por e! "Freiland-Freigeldbund" se
propuso ni más ni menos que la su-
presión del sistema monetario y fidu-
ciario actual y su reemplazo por el
régjmen del '-Freigeld".
¿Qué cosa es el "Freigeld"? Consis-
tiría en una moneda de papel sin
valor propio ni por sí misma ni por
asignación sobre otra mercancía. Esta
moneda de papel inconvertible deri-
varía todo su poder de sus funciones
de medio de cambio y se supondría
representar un kilógramo de una mer-
cancía hipotética cuyo valor corres-
pondería al término medio del valor
de todas las mercancías cambiadas.
Y entonces fácil es adivinar a dón-
de nos lleva esta concepción: cuando
el valor de esta mercancía suba o ba-
je. es decir cuando los precios su-
ban o bajen—comprobación debida-
mente establecida por la estadística—
una oficina monetaria se encargaría
de disminuir o de aumentar según el
caso. la cantidad de moneda en circu-
lación. de manera de regularizar el
nivel medio *de los precios.
He allí el principio fundamental
del "Freigeld". Hacemos a un lado
algunas consideraciones secundarias
desde ol punto de vista que nos ocu-
pa aquí. pero a las cuales dan gran
importancia los partidarios del sis-
tema. Varios de ellos sé ven tentados
a ver en él una verdadera panr.cea.
que suprimirla todos los vicios de
nuestra organización actual desde los
tipos de interés hasta las crisis eeo-
m'-micas.
Este breve análisis basta sin duda
1
^!c
EFEMERIDES MEXICANAS
LOS TRATADOS DELA SOLEDAD
•J
19 DE FEBRERO DE 1S62—En es-
te día se firmaron en el pueblo de So
ledad del Estado de Veracruz lugar
que se l!nma hoy ScSedad de Dobla-
do los preliminares del arreglo éntre-
los representantes de España Francia
e Inglaterra y el Gobierno mexica-
no. que después se llamó "Convenio
de la Soledad"
Las tropas de dichas naciones que
se habían aliado para intervenir en
los asuntos de Méxicc· conforme al
convenio de la Liga tripartita rele-
br&do en Londres el 31 de octubre de
1S61 se hallaban en Yerorruz erpues-
tas al clima mart'fero de la costa.
En las efemérides del 13 de enero
publicamos la nota que leyó ese tila
el almirante Jumen de la Gravicre a
los representantes de España e Ingla-
terra demandando en m.mbre de
Francia el pago por México de su-
mas exorbitantes e injustificadas
El genera] Prim representante de Es-
paña y Charles Wyke representante
de Inglaterra comprendieron que si
íie permitía al representante francés
hacer tales reclamaciones sus respec-
tivas naciones se verían •'•Migadas a
presentar otras semejantes lo cual
conducirá indefectiblemente a la
guerra con México que España e In-
glaterra trataban de evitar a toda
costa Protestaron por tanto dichos
Representantes y se entabló una dis-
cusión acalorada que clió por resulta-
do que no presentara dicha nota y
que se entablaran relaciones con el
Gobierno de Juárez a fin de solucio-
nar la cuestión de las reclarneiones.
Ει general Prim fué el comisionado
SIGUE SOTELO
para dirigirse a>l Ministro de lala-
ciones de la República Mexicana ge-
neral D. Manuel Doblado invitándolo
a «na conferencia con los represen-
tantes de dichas naciones parid solu-
cionar tal asunto.
El hecho de dirigirse los represen
". ι
tantes de las naciones aliadas al go-
bierno de Juárez implicaba el recono-
cimiento tácito de que era: el verdade-
ro gobierno mexicano el único con
quieir se deb'an tratar lú"s ruestiones
que haBían dado margen al envío de
las flotas aliadas. Así lo comprendió
el gobierno de Juárez y di6 plenos po-
deres a su Ministro de Relaciones pa-
ra tratar con loe representantes de
las naciones aliadas.
El general Doblado salió ríe la ciu-
dad de México el 14 de febrero y en
la maSana del 18 llegó a Soledad e
inmediatamente se pflso en contacto
con los representantes aliados.
Estos manifestaron a Doblado que
Inglaterra. España y Francia'· habían
enviado sus tropas a la República Me-
xicana a prestarle su ayuda para el
establecimiento de un gobierno nacio-
nal y fuerte con quien pudieran tra-
tar acerca de las reclamaciones que
tenían que presentar. Doblado con-
testó que el gobierno de Juárez era
el único legitimo y nacional y que
estaba capacitado paira tratar con cual
quiera nación del munóo. Se discutió
tal punto y al fin se convino en fir-
mar el primer "artículo del convenio
declarando que puesto que el gobierno
de Juárez estaba debidamente cons-
tituido retirtjban su oferta de ayuda a
la nación mexicana y tratarían con di
cho gobierno.
Por otro artículo se convino en
continuar las negociaciones en Ori-
zaba. Se pact'i que mientras se conti- ·
nnr'.ban las negociaciones Jas tropas
aliadas pasarían a Orizaba. Tchuacán
y Córdoba comprometiéndose los aba-
des a que en el caso de que no se
!legar¡i a un arreglo pacífico sus tro-
pas volverían a la costa para empren |]
df-r desde allí en son de guerra el [¡
avance hacia el interior del país. jj
Los tratólos de Soledad fueron un [
gran triunfo para el gobierno de Ju4- J]
c
— π
Texto del Tratado de "La Pequeña Entente" |j
:—i* b
L«a convencíén. preliminar para la
nliijnza defensiva entre vugoeslavia
y Checoeslavia. firmada en Belgrado
el 14 de agosto de Γ.'20. y que se con-
sidera corno el primer paso hacia la
creación de la1 "Pequeña Entente" ha
■sido publicada en la Gaceta de Pra-
ga y es como sigue:
'"El Presidente de la República che-
coeslovaca y su Majestad el Rey de
los serbios coatos y eslovocas es-
tando firmemente resueltos a mante-
ner la paz obtenida al precio de tan-
tos sacrificios y garantizada en el
pacto de la Liga de Xaeiones asi co-
mo también a conservar la situación
definida entre lo» poderes asociados
por una parte y por la otra con Htin
grfa por el tratado concluido en Trri¡-
non el 4 de junio de 1020 han conve-
nido de común acuerdo en e¡ propó-
sito de conclu'r una convención dofen
síva. y con tal objeto han nombrado
sus delegados plenipotenciarios que
.«un; por el Presidente de la Repúbli-
csi Checoeslovaca su Ministro (5e Re-
ligiones Exteriores. M. Kduard lienéa;
por su Majestad el Rey de los serbios
croatas y eslovacos a su .Ministro de
Comercio e Industria y Ministro de
Negocios Extranjeros "ad interim"
Μ. Momtchilo Xinichich. doctor en le-
yes. quienes habiéndose mostrado sus
rcspc:*iva-3 credenciales y halándolas
en propia y debida forma convinie-
ron en los siguientes artículos:
Art. 1—En caso de un ataque in-
motivado de Hungría contra alguna
de las altas partes contratantes la o-
tra parte se compromete a prestar a -
yuda a la parte que ha sido atacada
conforme a la manera definida por los
términos de este convenio según se
especifica en el art. 2 de la presente
convención.
Art· 2—Las autoridades expert ais
competentes de la República Checoes-
lovaca y del Reino de los serbios croa
para hacer resalta:· el carácter esen-
cialmente utópico de este último sis-
tema. Se necesita una gran dosis de
ingenuidad para imaginarse que la
cuestión social "puede ser resuelta por ¡
un simple cambio en el sistema mone- '
tario. De hecho la pretendida refor- i
ma equivaldría a un salto inmenso en
lo desconocido más espantoso. Se com ¡
prende que hasta la República de lo» :
Soviets bávaros haya retrocedido an- j
te ese salto y que· Gesell y Christen j
hayan tenido que comparecer ante los i
tribunales por alta traición. Y se com- i
prende con mayar razón que las Cá-
maras federales suizas se hayan rehu-
sado a entrar en esta v'a llena de en-
gañosas y peligrosas ilusiones.
Por otra parte y de una manera ge-
neral. todas las soluciones propues-
tas pecan por dos puntos esenciales
cuando menos. Están demasiado ale-
jadas de las prácticas habituales pa-
ra tener probabilidades de pasar a
la categoría de hechos. Τ sobre todo
le conceden una importancia verdade-
ramente excesiva a la estadística
puesto que ésta—lo hemos visto—es
incapaz de decirnos si el movimiento
de los precios se debe a la moneda o .
a las mercancías. ¿Cómo se haría pa- j
ra establecer esta distinción "sine qua ·
ηοης)'? ¿Cuál seria la autoridad su-
ficientemente sabia. suficientemente
perspicaz y suficientemente infalible
para ejercer esa temible magistratura
en medio de los intereses generales?
¿Xo es de temerse que se volviera a
caer en los errores del pasado en que
la tesorería rea] hac'a la libra torne-
sa pesada o ligera según que se tra-
taba de recibirla o de pagar con ella?
Seguramente los partidarios de una
reforma radical tienen razón cuando
denuncian los abusos del papel mo-
neda actual. Pero no pueden negar
que antes de la guerra el régimen del
talón oro tenía no solamente el mé-
rito de ser "reí itivamente" estable
sino también el de ser sencillo viable
estar de acuerdo con la evolución na-
turil y de ser sobre todo el mejor
freno para las emisiones arbitrarias
y desmesuradas.
¿Xo es opOrtunc decir q' lo mejor
puede ser en ocasiones enemigo de
lo bueno?
G. P. J
tas y eslovacos convendrán mutua- „
mentí: acerca de las disposiciones no- «
cesarías para ia ejecución de la pre- «
sente. convención. u
Art 3—Ninguna de las altas partes C
contratantes podrá <onclulr una alian D
za con una tercera parte sin haber C
dado previo aviso de ello a la otra; [J
parte. ! (J
Art. 4—La presente convención se- [J
rá válida por espacio de des años β
contados desde el dfa del caJnbic de ji
ratificaciones. A la expiración de ese n
periodo cada una de las partes contra- «
tantos tendrá derecho de denunciar la t
presente convención r.o obstante lo {*
fuzt. pormaneoerti -en vigror todavía jf
por seis meses después de la fecho en I*
que se haya hecho el denuncft».
Art. 5—La presente cor vención se- j
rá comunicada a la Liga de Naciones.
Art. 6—La presente convención se-*
rá ratificada por·nimbas partes contra-
tantes. teniendo lugar las ratificacio-
nes en Belgrado tan pronto como sea
posible.
En U' de lo cual los Plenipotencia- !
rios han firmado la presente conven- .<
ción y sellándola con sus propios se-
llos.
Dada en Belgrado en eos ejempla-
res. el 14 de agosto de 1920.
(Firmados) Dr. M. Xinichiteh
Dr· E. Benes."
msgffim.
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Lozano, Ignacio E. La Prensa (San Antonio, Tex.), Vol. 8, No. 2,143, Ed. 1 Saturday, February 19, 1921, newspaper, February 19, 1921; (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth1069719/m1/3/?q=%22%22~1: accessed July 10, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu.; .